Buñuel decía que “la ilusión viaja en tranvía”; aunque ciertamente, si viviese en estos tiempos de (supuesta) libertad sexual, no sé qué impresión tendría de lo que sucede en los calientes túneles del metro de la Ciudad de México; donde muchos bajan (sin albur) a satisfacer las ansias del sexo anónimo y la sucia emoción de ser y dejarse ser en los brazos, piernas, nalgas y demás partes que la personalísima geografía corporal asigna como puntos de placer y lujuria a los cuerpos apretujados dentro de un humedo y caliente vagón.
En los túneles del metro, como extensión de la vida que sucede arriba, hacemos de cuenta que sucede nada. Es decir, la indiferencia ante los demás es más que evidente en ese espacio reducido. Te pueden asaltar o golpear y nadie vendrá a tu auxilio… aunque de igual manera, si buscas “amor” bastará con que te dirijas al último vagón y entres en el mundo de las metreras.
En realidad, el término “metrera” es relativamente nuevo, aunque su práctica (quizás) date desde la inauguración de este medio de transporte en el DF. Metrear originalmente se definió como la práctica de ligar dentro de las estaciones del metro… y de ahí a donde el destino nos lleve manas!!! (Que por cierto podría ir desde la cama de un hotel, el asiento de un auto o en el peor de los casos, la fría plancha del SEMEFO). Esta práctica fue clandestina hasta relativamente poco (digamos que cuando las jotas empezamos a “empoderarnos”) y por otro lado, para las comadretz mas atrevidas, el practicar el sexo oral, anal o cuando menos, un faje rápido, era el “premio mayor” si las condiciones eran las adecuadas; a saber: Alta hora de la noche; vagón vacío y la calentura suficiente como para mandar los escrúpulos a la chingada y arriesgarse a hacerlo.
Como les decía, hasta hace algunas décadas, el “vagón de la alegría” (que así se le conocía al último vagón de la línea 1 del metro) era más bien un lugar mítico que generó leyendas dentro de la joteria capitalina donde el asombro, el morbo y la curiosidad fue moldeando leyendas como la de la jota insaciable que puntualmente estaba a las 11 de la noche, todos los días, en la estación Insurgentes y que con una sola caída de sus ojos te podría invitar para un viaje de placer de 2 minutos; que era el tiempo que el tren tardaba de cambiar de vía en la terminal Observatorio del metro. Por supuesto que muchos weyes jurarían que la vieron y pocos más, que tuvieron el gusto de compartir el numerito con ella. Lo cierto es que como todas las leyendas, la verdad era a veces más prosaica que la fantasía tejida alrededor del hecho… hasta hace poco.
De un tiempo para acá, la fantasía del sexo gay ocasional y furtivo dentro de los vagones del metro dejó de ser un mero mito a una realidad que sobrepasa incluso lo que uno podría pensar como “posible” en un espacio como tal y sobre todo, a la vista de tanta gente. Bienvenidos al reino de la cajita feliz… bienvenidos al mundo de las metreras.
Las metreras ya no son los cazadores de hombres que discretamente, se escondían en los andenes del metro para furtivamente lanzar con miradas indiferentes códigos secretos que solo los entendidos podrían descifrar. Eso ya es cosa del ayer y ahora, las metreras se organizan para convertir el último vagón en lugar de los más intensos juegos sexuales y si se puede, improvisado set de filmación de anónimas estrellas porno gay. Algunas de estas profesionales del sexo en el metro exhiben sus “triunfos” ya sea dejando correr su fama en los antros gays de moda y otras, colgando videítos en páginas de sexo gay.
Dicen que cuando algo se vuelve muy popular deja de ser divertido y este es el caso del metreo. Actualmente, de tan popular ha caído en los excesos propios de la decadencia y resulta obvio que incluso, dejo de ser algo espontaneo para convertirse en provocación barata o incluso, en perversión. Por ejemplo, alguna comadretz me ha referido las “hazañas” del joto que se faja a escuincles de secundaria… a las 12 del día, pegado a una de las puertas del vagón, a la vista de quien lo quisiera ver.
Por esa razón, el Gobierno del DF y la administración del Metro, tomaron hace tiempo la decisión de que, a partir de las 9 de la noche al cierre, se ha prohibido el acceso a los últimos vagones del metro; como una medida precautoria para evitar, dentro de lo posible esta práctica.
Por supuesto que esto ha generado reacciones y polémica. Por un lado, ciertos colectivos de jotitas pusieron el grito en el cielo porque consideraban que sus derechos estaba siendo afectados; ya que según ellas, el cerrar el ultimo vagón era un claro acto de homofobia (por supuesto que las comadretz se hicieron de la vista gorda sobre lo que “realmente” estaba pasando en dichos espacios) y se sintieron agredidas porque, a según de ellas, el siguiente paso, era prohibirles la entrada al metro.
Y por otro, fue la reacción de varias organizaciones católicas que encontraron en este acto una razón más para atacar a los jotos vía la descalificación sistemática de que nuestro “estilo de vida” nos impide la convivencia con los demás y que considerando el peligro que somos (para los heteros, claro está) el gobierno decidió cerrar ese vagón del metro… con las consecuentes molestias para todos.
A la molestia e indignación de las jotas que ven en esto un acto de homofobia, les diría que creo que ya es tiempo de que le empiecen a bajar dos rayitas a sus pretensiones de sentirse a cada rato como Juana de Arco a punto de ser quemada como mártir. No por el hecho de que hayamos obtenido en los últimos años reconocimiento y cierta tolerancia eso implica ponerse estúpidas y pensar que en todo lo que se hace (en apariencia) contra nosotros hay un tinte de homofobia. En este caso, simplemente se trata de que el metro no es como las “casitas” o cuartos oscuros y que simplemente, no están diseñados para tener sexo dentro de sus instalaciones.
Sin embargo, no se le puede poner diques al mar y mucho menos a aquellos que sienten una adicción por el sexo en lugares extraños. Posiblemente, en algunos años, el sexo gay en las oficinas de gobierno sea lo que este de moda … si no es que ya sucede!
[Publicado originalmente en Blog.com.mx el 14 de febrero de 2011]
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