Dedicado a don @Aleuas y a @elcarlos_ad
Parafraseando el Tango “Volver”
de Carlos Gardel; Iniciaremos esta reseña diciendo que 30 años si es algo y por supuesto
que los Metallicas lo saben: Éxitos, discos de oro, giras mundiales, y sobre
todo dinero... muchísimo dinero y la sempiterna adulación de sus siempre leales
fans; aunque, por otro lado, también en esos 30 años ha habido accidentes, muertes,
alcoholismo, drogas, el pleito con Napster y mucha mala leche entre sus
integrantes. Sin embargo, si algo hay que reconocerle a Metallica es el hecho
innegable de que ha podido sortear más o menos las agitadas aguas de su carrera
musical y de que, aun con todo, son capaces de aun atraer multitudes a sus
shows; a pesar de que la etiqueta de Trash, Heavy Metal u Rock
Pesado (sic) con la que se le califica (dependiendo de quien se los pregunte)
signifique nada ya para la gran familia mexicana; y que Enter Sandman sea solo el motivo
para hacer cuernitos con la mano y sentirse roquer.
Es de notar que con todo y lo
anterior, los fanáticos de Metallica en México son de los más fieles que tiene la banda y de que fácilmente podrían
abarrotar cualquier foro en el que se presente en nuestro país. Por tal motivo,
no es de extrañar que exista un vinculo más allá de la mera simple cortesía
entre el grupo y sus huestes mexicanas y
de que, por este hecho, Metallica haya podido vender con facilidad 8 noches en
el Palacio de los Deportes.
Convenientemente, esta parte de
su gira mundial actual (que inicia en nuestro país), se titulo El Arsenal
Completo (así, en español) y con todo lo emotivo que esto podría ser para
los fans mexicanos; estos ocho shows de Metallica fueron, en realidad, un ensayo general de la gira. Efectivamente, México tuvo la primicia de ser
testigo de este inicio de la gira; aunque el espectáculo
estuvo plagado de errores técnicos, de coordinación y sobre todo, de afinación por parte de los Metallicas.