domingo, 1 de febrero de 2015
Friki Beatle...
Cuesta trabajo creer que el que esta a la izquierda de Rihanna y Kanye West, es el mismísimo Sir Pol que, gracias a mucho botox, tinte de pelo y horas de Photoshop, se ve como el nieto bastardo de... Paul McCartney...
viernes, 30 de enero de 2015
Frankie Says: One more - 30 años en el "Domo del placer"
When you want to suck
it, do it/
Relax, don't do it/
When you want to
come."
Frankie Goes to Hollywood, o lo que es lo mismo, Holly Johnson en la voz,
Paul Rutherford en las voces, teclados y solo vine a bailar; Peter Gill en la
batería, Mark O'Toole en el bajo y guitarra y Brian Nash en la guitarra fueron,
amen de los escándalos mediáticos y de la controversia sobre su extrovertida
personalidad, los protagonistas de una de las historias más encantadoramente
perversas de éxito y ruina en dos actos (o discos, si se quiere ver [y oír]
así) del rock inglés de los años ochenta).
Aunque la génesis de lo que fue Frankie Goes To Hollywood (o FGTH, de
aquí en adelante) no es muy diferente a la de la mayoría de las bandas de rock
en el mundo y muy particularmente las que surgen en Liverpool, donde existe una
(casi) inacabable veta de talento musical y, sobre todo, de aquellas donde sus miembros tienen personalidades
extrovertidas y hasta cierto punto, escandalosas.
FGTH nace de tres bandas: Big in Japan, Sons of Egypt y The Spitfire Boys. De igual manera, esto no es inusual. Bandas que se crean a partir de otras, no es nada nuevo y por
supuesto, nada tiene de peculiar u original. Así que ¿Qué de extraordinario tiene la historia de FGTH?
Todo inicia en 1981 cuando el núcleo original de FGTH eran Johnson, Nash, Gill y O’Toole y que se hacían acompañar en las vocales por una tal Sonia Mazumder. Johnson era el único que había incursionado en la música de manera profesional al grabar en disco un par de temas con el grupo Big in Japan; las cuales fueron un fracaso total. Posiblemente, la llegada de Johnson a FGTH fue el detonante del incipiente éxito del grupo; ya que la loca y extrovertida personalidad de Johnson influyo en el grupo, de tal manera que comenzaron a generar cierta fama en el circuito del punk underground ingles; aunque no tanto por su música, sino por lo chocante y vulgar de sus shows, donde los miembros del grupo solían aparecer prácticamente como si fueran a practicar bondage en el escenario. Poco a poco fueron alcanzando cierta notoriedad y fans; entre los que estaba incluido Paul Rutherford, ex vocalista de una banda punki de corta existencia, pero de gran influencia en los músicos ingleses de esa zona: The Spitefire Boys.
miércoles, 31 de diciembre de 2014
Monuments to an elegy – The Smashing Pumpkins (o como destruir el ego, contruyendo otro)
Monuments To An Elegy
The Smashing Pumpkins
BMG Records, 2014
Para efectos prácticos: los Smashing Pumpkins [SP] son, para este moribundo 2014 y posiblemente parte de
2015, unicamente Billy Corgan y su nuevo compañero del alma Jeff Schroeder; quiénes en su última
aventura de estudio se acompañaron de Tommy
Lee, el baterista de Mötley Crüe.
Esta reciente encarnación de los Pumpkins acaban de editar a inicios de diciembre
de 2014 su más reciente álbum Monuments
to an Elegy, enésima parte de un proyecto de 44 canciones que desde 2009 se
sigue desarrollando.
Para llegar a entender este nuevo
álbum de los SP; se debe tener en
cuenta el delicado tema de las relaciones afectivas-destructivas que su líder,
el guitarrista Billy Corgan, tuvo (y tiene) con los integrantes y exintegrantes
de su banda; ya que de una forma y
otra, estas relaciones moldearon el sonido de prácticamente todos los álbumes
de la banda: desde el seminal Gish
[EMI, 1991] hasta el opus final de la primera era de la banda, el irregular Machina: The Machines of God [EMI,
2000].
Sin embargo, la neurosis creativa
de Corgan, sumado a asuntos tan básicos (como perniciosos) en la vida de todo
rockstar; como el consumo de drogas y sus inevitables sobredosis y los egos que
crecen conforme las carteras se van llenando de dinero; llevaron a los SP a
cambiar la amistad por las envidias y finalmente, por detestarse al punto de
que un buen día, Corgan da por terminado el grupo y decide explorar otras latitudes
musicales; creando casi de inmediato otro grupo; el efímero Zwan; con quien editaría solo un disco el popero y
aburrido Mary Star of the Sea (EMI, 2002)
y posteriormente, Corgan su primer (y hasta ahora) disco solista: The Future Embrace (EMI, 2005).
De alguna manera, con estos
álbumes, Billy demuestra (y se demuestra a si mismo) que EL no es SP y que, al menos en lo que se refiere a su álbum
solista, no puede su solo nombre sostenerse ante la expectativa que representa
haber estado en los Smashing Pumpkins.
En 2008, Corgan reforma a los
Pumpkins solo con Jimmy Chamberlain y graba un nuevo álbum: Zeitgeist [EMI, 2008] y posteriormente,
American Gothic (un EP de cuatro
canciones) y un par de sencillos que solo fueron editados de manera digital: Superchrist y G.L.O.W. Después de esto, Chamberlain abandona definitivamente a
los Pumpkins; dejando solo a Corgan como único miembro original de la banda.
Aun con la partida de Chamberlain,
Corgan consigue lo que podría ser el motivo principal de su supuesta reunión
con sus ex compañeros de banda; que no es otra cosa que legitimar su apropiación total del nombre y concepto de su
banda.
De ahí que, a partir de 2009, SP
siga en activo; principalmente con un extraño proyecto ideado por Corgan,
llamado Teargarden by Kaleidyscope;
que no era otra cosa que un álbum conceptual de 44 canciones (con cierta
relación a las cartas del Tarot) que serían lanzados como sencillos conforme se
fuesen grabando en internet, de manera gratuita.; ya que (a según del propio
Billy) “El disco es un medio muerto”.
Solo algunas canciones fueron grabadas
como parte de este “revolucionario” experimento
y aunque sí estuvieron disponibles por un tiempo en internet, posteriormente algunas
fueron editadas como EP´s y es posible que la inviabilidad económica del
proyecto o simplemente, la falta de interés en continuar esta tónica de grabar
canciones e inmediatamente soltarlas gratis en internet; aunado a la necesidad
de Corgan de seguir grabando discos bajo el nombre de su banda (ahora sí,
completamente suya), decide editar Oceania
[EMI, 2012], que a según del propio Billy “es
un álbum dentro de otro”; en clara referencia a que el proyecto Teargarden sigue vivo y que, los
subsecuentes álbumes o sencillos, son o contienen (o contendrán) una parte más de este mega álbum conceptual. Oceania tuvo una mejor recepción entre
el público y parte de la prensa especializada; sin embargo, era más que claro
que esta nueva encarnación de los SP no tenía nada que ver con la primera época
del grupo y de que, en todo caso, el sonido de estos Nuevos Pumpkins era una reedición bastardeada de sus trabajos
previos, donde incluso la propia guitarra de Billy sonaba casi como una parodia
de sí mismo.
Oceania tuvo un apéndice: El Álbum
en vivo Oceanía Live en NY; editado
en 2013; mismo que incluye una interpretación completa del nuevo álbum y
algunas cosas clásicas de la banda, más un cover de David Bowie (Space Oddity).
Para marzo de 2014, Billy anuncia
dos cosas importantes: el inicio de la grabación de nuevas canciones del
interminable proyecto Teargarden y un
nuevo acuerdo comercial de distribución con la disquera BMG. Las grabaciones de este siguiente capítulo quedaron
registrados en dos álbumes: el primero Monuments
To An Elegy; que salió a la venta el 5 de diciembre de 2014 y Day
By Night que deberá salir en algún momento del primer semestre de 2015.
En términos generales Monuments es un álbum breve y conciso;
ya que solo consta de 9 canciones, la mayoría de ellas, de menos de 4 minutos
de duración; lo cual se contrapone de manera muy notoria a la mayoría de las
obras anteriores de los Pumpkins
actuales y pasados; las cuales solían durar de entre 5 a 6 minutos en promedio;
sin embargo, esta no es la única diferencia notable no solo con su álbum anterior,
sino en general con el catálogo general de la banda.
Monuments tiene un sonido duro y áspero, que se balancea de manera
discreta con el uso de teclados y sintetizadores, que aunque no es algo
novedoso para los estándares del grupo, tampoco es una copia de sus trabajos
anteriores y eso le da más frescura a este álbum. Por otra parte, contrario a
lo que se podría esperar, el trabajo de batería de Tommy Lee es discreto, sin
protagonismos y acoplado perfectamente al estilo de las canciones. Es decir, si
de este álbum solo escucháramos los instrumentos y sin saber el nombre de la
banda; seguramente nos llamaría la atención la manera en como las canciones
suenan compactas, perfectamente balanceadas en el uso de los instrumentos y aunque
en ciertas canciones los riffs suenan duros y rasposos, en general las armonías
generadas por un ritmo perfectamente llevado entre la batería y el bajo le
transfiere a las canciones una sensación de agresión contenida… algo así de cómo
deberían de sonar los Smashing Pumpkins
en estos días…
Sin embargo, el resultado final
no es del todo satisfactorio, ya que si bien es de reconocer la sorprendente
capacidad de Billy para sintetizar su experiencia, habilidades y estilo
desarrollados con la etapa previa de su banda; reinventándola no como una nueva
banda, sino como si la progresión truncada de su banda original debió sonar así,
como suena hoy; también es cierto que sus compasiones están más amoldadas a los
estándares actuales de la música “juvenil” contemporánea; más enfocada a lo
inmediato, rápido y (tal vez) efímero.
Monuments to an Elegy es un muy buen álbum, agradable de principio
a fin y, aun en su brevedad, se agradece esta; sin embargo no es un álbum que con
el paso de los años se pueda considerar “clásico” de los SP; aunque quizás si
como referente del momento preciso en que Billy Corgan se convirtió, por
derecho propio, en los Smashing Pumpkins.
Bonus track: Being Beige, primer sencillo de este álbum:
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miércoles, 10 de diciembre de 2014
El interminable rio (de ganancias) de Pink Floyd
Hace unos días, se editó el que
(suponemos hasta ahora) último trabajo en estudio de la Banda Inglesa Pink Floyd. The Endless River es, a según de lo que queda del grupo, el
testamento final de Pink Floyd como agrupación, ya que si bien es muy seguro
que en los archivos de la banda existen muchísimas horas de grabaciones
inéditas, tanto como en estudio o en vivo, este último opus cierra
definitivamente la posibilidad de que exista otro álbum de Pink Floyd con
material nuevo.
The Endless River es el ensamblaje de retazos de canciones y
palomazos que la alineación clásica
(que no la original) de Pink Floyd (ósea el trio formado por Gilmour, Manson y Wright) realizó en
algunas sesiones de ensayos previos a la grabación formal de su penúltimo álbum
The División Bell [Columbia, 1994].
Estas grabaciones, según David
Gilmour, estaban destinadas a convertirse en un posible álbum de música ambiental
instrumental que se lanzaría en conjunto (o como un EP) con el citado Division
Bell. Sin embargo el proyecto nunca fue
concluido; ya haya sido por su inviabilidad comercial o porque sencillamente, la
calidad de las grabaciones, por si mismas, no constituían ideas lo suficientemente
potentes y originales para ser consideradas en el desarrollo de futuras canciones.
Al fin de cuentas, eran solo ensayos que generalmente, los músicos graban
por si en algunas de esas improvisaciones, se encuentran ideas que posteriormente
se puedan germinar en melodías o ser incluidas en otras canciones.
Y así se quedaron esas
grabaciones hasta que, en 2013 Gilmour, en el más puro estilo me-encontré-estas-grabaciones-debajo-de-la-cama
(Paul McCartney dixit) volvió a escuchar estas grabaciones durante los trabajos
de remasterización del Division Bell para su edición de 20 aniversario.
Dentro de este contexto, es muy
probable que la idea original sobre qué hacer con estas grabaciones haya sido,
como en el caso de las reediciones en boxsets de lujo de los tres más emblemáticos
albums de Pink Floyd que salieron hace algunos años, el que esta edición del
Division Bell fuese expandida con alguna selección de las grabaciones de estos
ensayos; sin embargo, según Nick Mason, baterista del grupo, a Dave Gilmour le
gustó tanto volver escuchar esas cintas que convenció a Mason a volver al
estudio para trabajar en ellas para pulirlas un poco; sin embargo, la idea se
fue transformando y pasaron de la regrabación y adición de partes adicionales
hasta la participación de otros músicos y coproductores del álbum como Phil Manzanera, ex guitarrista de Roxy
Music; quien ya ha colaborado antes con Gilmour en sus álbumes como solista.
Finalmente, y después de varias
semanas de trabajo, se llegó a varias canciones instrumentales, divididas en
cuatro movimientos de aproximadamente 15 minutos cada uno (que en la edición de
vinyl se entiende mejor este agrupamiento de canciones) más alrededor de otros
30 minutos que como “extra” se incluyen en el Bluray de la edición de lujo de
este álbum.
Como punto final del álbum se
incluye la canción Louder Than Words
cuya letra se acredita a la esposa de Dave Gilmour, la polémica Polly Sampson y
cuyo tema de dicha canción está tangencialmente relacionado con las agrias y sarcásticas
declaraciones que hizo Roger Waters cuando
se enteró de lo que sus excompañeros de Pink Floyd estaban haciendo con las citadas cintas.
En la parte musical tratar de
entender este disco es fácil, si eres un fanático a rabiar de Pink Floyd; ya
que prácticamente a lo largo de todos las pistas grabadas, se encuentran
pasajes musicales extraídos de aquellas piezas que, con el paso del tiempo, se
convirtieron en las marcas registradas del grupo y que se amalgaman sin muchas sutilezas
en estas nuevas canciones; principalmente
en las partes relativas a los teclados, donde se percibe fuertemente ideas ya
desarrolladas en otras canciones, como Welcome
To The Machine, Shine on You Crazy Diamond y otras muchas más. Esto no es, necesariamente,
un autoplagio; aunque se entiende el porqué del mismo:
Por un lado, la fuente de las grabaciones eran ensayos y, por otro, hay
que reconocer que en los últimos dos discos de PF, Wright no hizo más que
variaciones de su propio trabajo con PF.
Por esta razón, no son pocos los
fans que prácticamente tuvieron orgasmos múltiples cuando escucharon completo
este disco y se volcaron en las redes sociales proclamando la “última obra maestra de Pink Floyd”
Sin embargo, una escucha menos
apasionada, sugiere que este nuevo disco, en realidad, no tenía mucha razón
de existir; ya que en términos artísticos, no representa la tan cacaerada y
cursi aureola de inteligente santidad
con la que a finales de su carrera, se quiso bautizar a Pink Floyd y que por el
contrario, esa misma forzada mistificación, genera expectativas muy altas en un
disco que, a pesar de tener algunos momentos interesantes, en su conjunto es
una parodia exquisitamente ejecutada, pero parodia al final del propio mito que
se construyó alrededor de la Banda Inglesa, sobre todo en sus últimos años.
Y el problema no es la ejecución
o el virtuosismo de los músicos; sino la tremenda repetitividad que permea en
todo el álbum. Por supuesto que, conociendo la naturaleza del génesis de este álbum,
se fortalece la idea de que este pudo haber sido un excelente álbum de rarezas que acompañaría muy bien al
citado Division Bell; no por su calidad y contenido; sino porque simplemente,
son estas grabaciones el primer eslabón en la construcción de dicho álbum.
Sin embargo, la ambición es
cabrona y, no obstante de que este mismo año salió la edición remasterizada del
multicitado Division Bell, Los administradores de Pink Floyd decidieron lucrar aún
más con los fans del grupo y, convenientemente, editan este disco en vísperas de
la compras decembrinas… gran negocio para un álbum que, en todo caso, no está
destinado a convertirse en clásico.
Disponible en descarga digital, edición CD sencillo, edición de lujo
con Bluray incluido y la (ahora ya) obligatoria edición en vinil o si la crisis
del “pitrolio” lo ha dejado con los bolsillos vacíos, disponible con su
vagonero de confianza en la línea 1 del metro.
Bonus Track.
El video oficial de Louder Than Words, el primer (y único) sencillo de
este álbum.
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viernes, 21 de noviembre de 2014
Los roqueros de México demandan: Queremos a José José en el Vive Latino!
A unas cuantas semanas del anuncio del
cartel de la edición 16 del festival Vive Latino; las apuestas sobre cuáles serán las sorpresas
en el elenco que estará presentándose en algún momento del próximo mes de marzo ,
apuntan a que el evento va que vuela para palenque gigante de
feria populachera donde los géneros, propuestas y calidad de casi el 80% de músicos y
cantantes que se presentarán no es lo importante; sino que simplemente sean latinos (lo que quiera que
esto signifique).
Y es que de unos años hasta hoy; a pesar de la eficiencia en la organización del festival, este ha ido, poco a poco, perdiendo su
identidad original. En términos estrictamente de negocio, el Vive Latino era un escaparate para presentar, a según de los curadores del festival, lo más
representativo del rock y ritmos adláteres de los países hispanohablantes con
la (inocente, quizás) idea de que en este espacio, se gestaría un nuevo mercado
de consumo de estos grupos que, de otra manera, estarían (y siguen, en su mayoría)
condenados a que solo los conozcan en sus países, pueblos, colonias y en
ultimadas cuentas, sus amigos.
Por supuesto, que el gancho para atraer al público fue ese cursi, patético y gastado argumento de la integración latina (Termino acuñado por ciertos personajes siniestros que viven en Miami y que bien a bien, no es claro su significado) y de que, cuando nació el festival, la conciencia social con glamour; esa que lucha por la paz, los derechos humanos y la libertad desde el corazón mismo de la burguesía y cuyo referente más claro es el chocante Bono de U2, era la pose políticamente correcta de
los rockstars huehuenches y de otras latitudes del continente. Este caldo social-cultural-comercial que daba sus 5 minutos de fama a ilustres desconocidos, potencializó el impacto comercial y mediático de un festival que por un curioso efecto de osmosis con el elenco, se asumía como “pro-zapatista”; sin siquiera tener un pronunciamiento claro sobre el tema.
Con todo, el Vive Latino se ha repetido de manera más o menos regular y
ha crecido en su tiempo de duración, aunque en términos puros de calidad musical, no ha despegado al
nivel que se esperaría y tampoco en el aumentar el numero de propuestas musicales que se consoliden dentro del gusto del roquerito mexicano promedio. En pocas palabras, los mismos 5 o 6 grupos fuertes
del rockcito mexicano y uno que otro del sur del continente repiten una vez si
y otra también en cada edición del festival y las nuevas propuestas resultan tan
pobres y repetitivas en su calidad musical que simplemente, es de flojera absoluta
siquiera el leer su nombre en el cartel del evento.
Esta situación evidentemente
alertó a los organizadores sobre el riesgo de que el festival terminara en una
reunión anual de seguidores de la Cuca o La Lupita o de que esos ultra-mega-súper-fans del rock en
español (esos que solo se saben los éxitos del Rock en tu idioma), terminarían hastiados
de tan repetitivo elenco y decidieran ya no asistir.
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sábado, 9 de febrero de 2013
El suicidio comercial de The Cure
Este post es una reedición actualizada
del que publiqué originalmente en www.blog.com.mx
en febrero de 2010.
El 1 de mayo de 1989, The Cure
edita Disintegration, su octavo
álbum de estudio. Este álbum definió no
solo la imagen y el sonido de The Cure
en su madurez como agrupación, sino que tambien generó toda una nueva legión de posers roqueros que escuchan una
rola de The Cure e inmediatamente, hacen
cuernitos con la mano.
Disintegration, junto con Pornography [1982] y Bloodflowers [2000] son las tres obras fundamentales
que, sin tener esa pretensión, conforman
muy bien una trilogía sobre la desesperanza, la soledad, el abandono y la dulce
indiferencia ante lo inevitable del destino. De igual manera, estas tres obras
encuadran perfectamente el peculiar estilo gótico/pop del The Cure de la década de los
ochentas y principio de los noventas.
Especialmente, Disintegration es una obra plena de lucidez y
honestidad lirica; ya que es donde Robert
Smith deja atisbar, más allá de la tortuosa lirica gótica, tan llena de
melancolía y decadencia, a un autor que no le importa desnudar sus obsesiones,
miedos y sobre todo, sus culpas internas.
De igual manera, Disintegration es el disco con mejor respuesta
popular a nivel mundial de The Cure; ya que debuto en las listas inglesas en el
lugar número 3; posición nada despreciable si se tiene en consideración las
circunstancias que rodearon la realización del disco y sobre todo, la
desgastante batalla para convencer a los ejecutivos de Fiction y Electra Records
(la compañía disquera que los distribuía, en ese entonces) de
que este disco no era un suicidio
comercial por su sonido y contenido extremadamente depresivo.
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miércoles, 16 de enero de 2013
Lo mejor y lo peor del rock en 2012
Hacer listas y sobre todo, establecer diferencias entre que es bueno y que es malo; o que debe de ir antes de que, es un ejercicio ocioso, pero harto divertido!
Y cuando se trata de cosas tan subjetivas como listas de los mejores discos de […] (donde “…” puede ser rock, banda, quebradita o el género que ustedes gusten)” o los mejores conciertos” o "lo mejor de lo que sea"; siempre habrá alguien que critique tu lista porque le falta tal o cual grupo; solista, canción y y también estarán los que dirán que lo que ves, lees y escuchas es una reverenda mamada que solo a ti te gusta.
Y puede que tengan razón… Sin embargo, me arriesgaré una vez más este año… y aquí vamos de nuevo!
SEÑORAS Y SEÑORES, DAMAS Y CABALLEROS! ROQUEROS TODOS! CON USTEDES, LO MÁS MEJOR Y LO MÁS PIOR QUE EN ROCK, TANTO NACIONAL COMO IMPORTADO, HUBO EN 2012!!!!
Lo más relevante de 2012 fue...
Que en términos generales, 2012 fue (de nuevo) un año donde el rock volvió a mostrar (al menos en su versión anglosajona) esa infinita capacidad de reciclaje de estilos y ritmos; de tal manera que el año pasado fue el del revival del Blues-Rock que produjo tanto joyas como el excelente Blunderbuss de Jack White; como también la coronación de agrupaciones que independientemente de la calidad de su música; fueron más admiradas por el hype generado alrededor de ellas, como es el caso de los Black Keys o My Morning Jacket.
Y también en 2012 las grandes compañías de discos asestaron lo que podrían ser sus últimos intentos mayores para tratar de frenar la piratería; eligiendo (de nuevo) a internet como el villano favorito de esta historia (casi) interminable de desgaste, ambición y valemadrismo de prácticamente todos los que tienen que ver con este fenómeno socio-cultural-económico-financiero que es la piratería. Con el cierre de Megaupload (el portal más famoso de servicios P2P en internet) se suponía que se suprimiría gran parte del tráfico de archivos con discos, películas, libros o fotografías cuyos derechos estuvieran protegidos; sin embargo, esto no fu así y hoy en día la piratería en la red sigue tan vigente como antaño.
También, en 2012 se vio el tímido regreso del disco de vinil a los estantes de tiendas grandes de discos (de las pocas que aún hay!) Tal y como sucedió con el incipiente despegue del disco compacto en los ochentas; cada vez más tiendas de discos empiezan a contar con espacios para la exhibición y venta de viniles; mismos que pueden llegar a costar hasta 2 o 3 veces más caros que su versión en CD. Es curiosa la manera en como se ha reposicionado el disco de vinil en el gusto de los audiofilos; aunque se intuye que gran parte del hype de este revival es promovido por… exacto! Los grandes corporativos musicales; quienes han encontrado en el vinil, un medio para, al menos, tratar de recuperar un poco de lo perdido por la piratería.
Y mientras tanto, en México...
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