viernes, 21 de noviembre de 2014

Los roqueros de México demandan: Queremos a José José en el Vive Latino!


A unas cuantas semanas del anuncio del cartel de la edición 16 del festival Vive Latino;  las apuestas sobre cuáles serán las sorpresas en el elenco que estará presentándose en algún momento del  próximo mes de marzo , apuntan a que el evento va que vuela para palenque gigante de feria populachera donde los géneros, propuestas y calidad de casi el 80% de músicos y cantantes que se presentarán no es lo importante; sino que simplemente sean latinos (lo que quiera que esto signifique).



Y es que de unos años hasta hoy; a pesar de la eficiencia en la organización del festival, este ha ido, poco a poco, perdiendo su identidad original. En términos estrictamente de negocio, el Vive Latino era un escaparate para presentar, a según de los curadores del festival,  lo más representativo del rock y ritmos adláteres de los países hispanohablantes con la (inocente, quizás) idea de que en este espacio, se gestaría un nuevo mercado de consumo de estos grupos que, de otra manera, estarían (y siguen, en su mayoría) condenados a que solo los conozcan en sus países, pueblos, colonias y en ultimadas cuentas, sus amigos.

Por supuesto, que el gancho para atraer al público fue ese cursi, patético y gastado argumento de la  integración latina (Termino acuñado por ciertos personajes siniestros que viven en Miami y que bien a bien, no es claro su significado) y de que, cuando nació el festival, la conciencia social con glamour; esa que lucha por la paz, los derechos humanos y la libertad desde el corazón mismo de la burguesía y cuyo referente más claro es el chocante Bono de U2, era la pose políticamente correcta de los rockstars huehuenches y de otras latitudes del continente.  Este caldo social-cultural-comercial que daba sus 5 minutos de fama a ilustres desconocidos, potencializó el impacto comercial y mediático de un festival que por un curioso efecto de osmosis con el elenco, se asumía como “pro-zapatista”; sin siquiera tener un pronunciamiento claro sobre el tema.

Con todo, el Vive Latino se ha repetido de manera más o menos regular y ha crecido en su tiempo de duración, aunque en términos puros de calidad musical, no ha despegado al nivel que se esperaría y tampoco en el aumentar el numero de propuestas musicales que se consoliden dentro del gusto del roquerito mexicano promedio. En pocas palabras, los mismos 5 o 6 grupos fuertes del rockcito mexicano y uno que otro del sur del continente repiten una vez si y otra también en cada edición del festival y las nuevas propuestas resultan tan pobres y repetitivas en su calidad musical que simplemente, es de flojera absoluta siquiera el leer su nombre en el cartel del evento.

Esta situación evidentemente alertó a los organizadores sobre el riesgo de que el festival terminara en una reunión anual de seguidores de la Cuca o La Lupita o de que esos ultra-mega-súper-fans del rock en español (esos que solo se saben los éxitos del Rock en tu idioma), terminarían hastiados de tan repetitivo elenco y decidieran ya no asistir.


Ante este desolador panorama, imaginemos una sala de juntas de algún elegante corporativo en Santa Fe, donde organizadores, patrocinadores y los proverbiales dueños del changarro (CIE-OCESA) se pusieron a buscar la solución genial para mantener vivo el festival; aunque no necesariamente, el concepto. El fondo del problema es la pobreza lirica, musical y de propuestas del rock mexicano en particular y del continente en general; ya que es muy difícil mantener un cartel de un festival si no tienes grupos grandes que jalen audiencia. En pocos años, los Headliners del festival ya se habían acabado y ante   la imposibilidad de contar cada año con un nuevo Café Tacuba, un Gustavo Cerati o un Enrique Bunbury; fue necesario romper la esencia del festival y comenzar a traer a grupos anglosajones que fortalecieran el cartel del festival y a su vez, ser un gancho de un mercado potencial de asistentes que, por supuesto que no asistirían desde las 12 del día a ver una interminable sucesión de niñitos ricos jugando a ser rockstars, o a hipsters tocando el ukulele mientras cantan con voz tipluda y ñoña canciones sobre las cosas bonitas de la vida o a divas infladas insufribles, como la tal Carla Morrison; sino que solo entran a ver al grupo internacional (sic), se toman unas cuantas cervezas, unos selfies y cada quién a su casita; pagando (por supuesto) el costo total del boleto. Gran negocio!

Asi pues, los Chemical Brothers, Blur, Arcade Fire y otros más, terminaron encabezando algunos años un festival que de Latino ya nomas tenía el nombre. Esta formula quizás salvo financieramente el festival; aunque para el (supuesto) espíritu y filosofía del festival, representó una evidente traición y el reconocimiento tácito de que el mal llamado  Rock Latino y la integración de los pueblos latinos no era más que palabrería demagógica salida de los cuarteles de una televisora en Miami.

A pesar de todo, el festival conservó cierta esencia roquera porque al menos, la mayoría de los actos principales estaban relacionados de una u otra forma con el rock y sus géneros; y aunque, como dije, desconozco si fue o no rentable para los organizadores y patrocinadores, si puedo inferir que la intención de los mismos ha sido siempre generar más ingresos,  incluso a costa de pervertir completamente el concepto de su propio festival.

Porque la real debacle empezó con la participación de Calle 13; un grupo de reggaetón en alguna edición pasada del festival. Evidentemente el experimento fue arriesgado; ya que lo que se esperaba era que el sector ultra de los roqueros mexicanos se encargarían de bajarlos del escenario; cosa que no sucedió porque el comportamiento del respetable público fue de cierta tolerancia mezclada con indiferencia.  Un simple análisis de mercado revelaría que los mexicanos que asisten de manera asidua a los conciertos no son (en su mayoría) los simios desadaptados que mucha gente supone y  también expondría que el mercado del festival, se mueve generalmente entre gente de clase media que puede, sin mucho sacrifico, pagar más de 500 pesos por un boleto y de que también, los gustos musicales de esa misma clase media, son tan diversos que les da lo mismo oír a El Tri, o a Café Tacuba, y luego a Metallica y luego a Blur y luego a Pepe Aguilar y luego a Los Tigres del Norte y luego… ad infinitum.

Este descubrimiento, aunque obvio, requería de la confirmación de que se podía poner en este festival a un grupo de horrendo reggaetón junto a otros de rock en español y luego, junto a un grupo grande anglosajón y nadie se podría tan loco como para incitar a destrozar el escenario. 

Con Calle 13, comenzó la etapa populachera actual del festival. A lo largo de las últimas ediciones, han desfilado una decena de actos que poco o nada tienen que ver con el Rock, pero que gracias a (supongo) la perniciosa influencia de "genios" (así, entre comillas) como Camilo Lara, ejecutivos de disqueras y querid@s de los organizadores,  se han colado al cartel del festival no por su calidad (concediendo que tengan), sino por ser un gancho morboso, disfrazado de la más ramplona pedantería discriminatoria; esa que proclama que apreciar la música vulgar, naca y silvestre de los pobres es una actitud radical, contestataria y ultimadamente, muy cool y que por tanto, para estar en la onda, hay que mentir para agradar; diciendo cosas como afirmar que somos “fans” (sic) de los Ángeles Azules desde que éramos niños; o de que los Tigres del Norte son parte de nuestras influencias musicales o, como en el caso del buen Camilo, robarnos samplers de canciones guapachosas para incluirlas dentro de proyectos como el IMS.

Hasta ahora, 2014 fue el momento más lamentable del festival. No bastaba con haber tenido a hipervalorado grupo de cumbias en un escenario lateral, a una decadente y desafinada cantante guapachosa como lo es Laura León cuyo travesti es más graciosa que ella; sino que los mismísimos Tigres del Norte, fueron el grupo estelar que cerró el festival. Evidentemente, la carrea musical de los Tigres es amplia y aunque a mi no me gusta ni sus canciones ni su estilo musical, si reconozco que una trayectoria como la suya por avalan su éxito y reconocimiento (entre los amantes de su música, por supuesto). Sin embargo, su presentación en la edición 2014 del Vive Latino no hizo sino de terminar por destruir la poca credibilidad que tenia el festival como medio de difusión del rockcito mexicano y del resto de los países hispanohablantes para convertirlo en algo así como una reedición gigante de Siempre en Domingo… ya saben amiguitos: dale a la gente lo que quiere!

Por lo anterior, no resultaría sorprendente que los organizadores nos entreguen, para 2015,  un banquete musical digno de los mejores shows de del difunto Raúl Velazco con delicias como
  • Un homenaje a Gustavo Cerati por parte de las banditas, sonideros y demás fauna “popular” que conformara el cartel. Se impone! Cerati es el padre del Rock "latinou"!
  • Y ahora que la Cumbia ya va de salida, es el momento de la “onda grupera setentera”; así que nada mejor que reunir a Los Ángeles Negros, Los Pasteles Verdes o al Grupo Indio y revalorizarlos como los verdaderos padres del rock mexicano… actual. Se impone un palomazo de estos grupos con Enjambre y Carla Morrison en las vocales… éxito seguro!
  • Si el presupuesto alcanza, se pueden traer a varias banditas indies como The DrumsMGMT, para presentar a ese portento de lo que es la falsedad hipster: Lana de Rey.
  • José José! Bien es sabido que entre los hipsters mexicanos, las canciones del (una vez) “Príncipe de la Canción” son algo así como “lo más cool entre lo cool” para apantallar a sus compañeros "menos hipsters" sobre lo que es “realmente popular en el underground, wey!”; por supuesto que esto atraerá a muchísima gente al festival y lo convertirá en una feria como la de Texcoco o Pachuca… pura onda familiar!
  • Y quien mejor para cerrar el festival que… Pepe Aguilar? El buen hombre acaba de sacar su concierto “uplug” que grabó para MTV porque de acuerdo a los estudios de mercado de ese canal, las rolas del buen Pepe son con las que la clase media mexicana y la gente bonita se identifica, ahora que Luis Miguel esta viejo, calvo y se volvió hipermamón (o ya lo era?).
  • Y ya en esta onda de la revaloración del pop mexica, pues que mejor que el Vive Latino para el concierto de reencuentro de Mercurio, la consagración roquera de Cristian Castro y un mano a mano musical entre Kalimba y Aleks Syntek.
  • El regreso de La Lupita, La Cuca, La Castañeda, y… (Ponga el nombre de un grupo al que ya se le acabó la lana, uno de sus integrantes necesita entrar en rehabilitación o simplemente, ya se cansaron de estar aplastando las nalgas en sus sillones de ejecutivos de las disqueras donde trabajan)

Estas son solo unas ideas que, pensándolo bien, no están nada alejadas de la realidad.
 
Bonus Track:

Arcade Fire en su presentación del Vive Latino XL


 

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