En la prehistoria de la vida de
algunos de nosotros, cuando aun no existían las antenas parabólicas (y menos el internet) y la TV por cable
aun estaba lejos de la llegada de MTV; el poder satisfacer nuestro apetito por
conocer cosas nuevas sobre nuestros artistas favoritos, sobre su música, su
vida y hasta los chismes de lavadero de sus horrores más escandalosos solo era
posible a través de algunas notas de los periódicos, el radio y algunas
revistas especializadas. En México, para los roqueros clavados y uno que otro villamelón, era lectura obligada en los
setentas y parte de los ochentas revistas como Piedra Rodante, Conecte,
Sonidos y hasta la Notitas
Musicales (¡) [por aquello que de presentaba lo más comercial del Rock
y el Pop de esos años]; las cuales básicamente se dedicaban a refritear notas
de otras publicaciones (principalmente la Rolling
Stone gringa y con suerte, algo
de la NME inglesa) ; aunque también
contaban con textos originales de gente metida en el medio, como José Agustín, Jose Luis Pluma, Walter
Schmidt y otros que escapan de mi mente. Finalmente, ante la casi nula
oferta en la TV comercial, el radio siempre fue el medio más importante para
difundir el material de nuestros rockstars favoritos y, aunque atrasadas, de
nuevas bandas que iban tomando cierta notoriedad.
De estas lecturas, recuerdo perfectamente los comentarios sobre Pet Sounds de la Banda de Surf californiana The Beach Boys; donde las opiniones iban de ser considerado como un disco seminal en la hisotoria del rock hasta el desdeño total por su pomposa grandilocuencia que rayaba en lo cursi y aburrido. Durante muchos años me resistí a comprar este album debido a que, francamente, los Beach Boys siempre me parecieron un grupo ñoño en la misma linea que los Monkees. Sin embargo, un día decidí satisfacer mi curiosidad sobre el porque se ha escrito tanto sobre este disco y este es el resultado de esa busqueda.sábado, 27 de octubre de 2012
martes, 23 de octubre de 2012
Don’t Think o de como la música electrónica le robo el show al rock.
Hace ya algunos meses que se
estrenó en México y en otros países la película Don’t Think de los Chemical
Brothers; la cual corresponde en su totalidad a su presentación en el Fuji
Rock Festival que se efectúo en un recinto muy famoso para esquiar en
la prefectura de Niigata, en Japón el domingo 31 de julio de 2011 donde compartieron
cartel con Coldplay, los Kills, The Music
(los cuales por cierto, son una banda de extenso culto en las tierras niponas)
y Mowai, entre otros actos internacionales y locales.
Dentro de los géneros y subgéneros
de la música electrónica (los cuales son amplios y con fronteras bastante
borrosas) los Chemical Brothers son,
más allá de las etiquetas, un dueto que ha sabido explotar su ingenio en la
generación de beats y sobre todo, en el sampleo
como una nueva forma de creación musical; generando loops que le dan a sus composiciones una estructura hipnótica y
psicodélica.
Sin embargo y a pesar de que en
muchas de sus composiciones se pueden encontrar rastros del 4/4 del rock;
además de distorsiones y voces cuasi pop, los Chemical Brothers son, para muchos de los adoradores del Dios Rock, un grupo menor debido a que prácticamente toda su
música esta creada de manera sintética y (horror!) esta hecha para bailar.
Sin embargo, Ed Simons y Tom Rowland
parece que este hecho no les afecta mucho y, amen de seguir generando discos
como los Chemicals Brothers, se han
dedicado a fortalecer su acto con un espectáculo que podrían bien competir con
los de estrellas consagradas como Radiohead.
Y es precisamente lo que Don’t Think quiere dejar claro: Los Chemical Brothers no solo son un grupo
para bailar, sino para sumergirse en un show altamente psicodélico donde la
tecnología disponible en luz y sonido, produce en cada una de sus
presentaciones un efecto similar a un viaje de LSD (que por supuesto, se
magnifica con otro tipo de
“estimulantes”).
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